Desastrólogos, preventores y prevencionistas del riesgo-desastre como agentes tecnopolíticos.

Hasta el día de hoy, un buen contingente de cientistas sociales latinoamericanos, abocados al estudio de los desastres, están poniendo en cuestión los abordajes de investigación científica que se hacen a partir de presupuestos universales.

 

Sin embargo, sobre presupuestos pretendidamente universales, también abundan agentes tecnopolíticos, entiéndase, tomadores de decisiones, decisores públicos estatales, ong’s, “técnicos”, entre otros que no se están cuestionando tales presunciones. Entre estos, el personal “técnico” es un caso especial. Suele sufrir de autodefiniciones de pureza y castidad de filiaciones, valores, ideas y posicionamientos. Así también pasa con las instituciones “técnicas”. Como si esa pretensión de inocuidad existiera.

 

Sin embargo, las acciones basadas en presupuestos “universales” (que bajo la creencia de universalidad se podrían mal creer que son asépticos), están cargadas de intención, ee valores, de intereses, de poder y más.

 

Esto es sumamente común en agentes tecnopolíticos que se dedican a la gestión del riesgo de desastres, de riesgos sociales y ambientales, a la protección civil y manejo de emergencias, etc.

 

En este caso es peor la pretensión de un purismo tecnocrático, porque en esa condición de agentes tecnopolíticos, quienes se dedican a las actividades en el marco de la administración y gestión del riesgo-desastre no son cientistas que pueden tratar un tema a posteriori en una unidad de análisis temporal, ya segmentada, y sobre una emergencia ya ocurrida; incluso si está en proceso, estos agentes son ajenos al análisis de ello tal como sí le ocurre al cientista…

 

En comparación, un(a) cientista tiene que hacer una problematización con la cual definir un problema que tiene que solucionar. Un(a) agente tecnopolítico no tiene una unidad de análisis para tratar un problema domésticado científicamente sino una unidad de actuación para resolver los “n” conflictos que se le presenten y priorizarlos en el marco de criterios, normas e intereses. Conflictos que por lo general son paralelos y/o en cascada.

 

Entonces, al agente tecnopolítico no le toca construir una problemática sino una solucionática para, simple y llanamente, resolver, aportar, desarrollar e implementar resoluciones. Muchas y en plural. Poniendo el pellejo en zonas de desastre, entrando al lugar de la emergencia cuando la mayoría está evacuando, monitoreando el desarrollo de la crisis e informando de los avances de su contención cuando esta es posible. Sin embargo, resulta que muchas veces lo que hacen es reproducir al pie de la letra guías y metodologías descontextualizadas y sin situarlas ante los conflictos que se le presentan.

 

Es allí, en esos desconocimientos de su posicionamiento donde se reproducen las condiciones de vulneración y vulnerabilidad socioambiental. Cuando el agente tecnopolítico orientado al riesgo-desastre no se asume como tal y no entiende que hay algún grado de riesgo (re)producido y unos peligros repartidos por la decisión tomada, ya sea desde un nivel de responsabilidad como autoridad (en todos los ámbitos y niveles) o desde un nivel operativo como “técnico” (analista, especialista, evaluador, etc).

 

Este es un camino de reflexión y autodefiniciones que a cada quien en esa situación le toca andar y desandar. Sin embargo, es un deber moral, institucional y social, de quienes tienen autoridad para ello, proponer las herramientas para que orgánicamente se asuman y socialicen estas cuestiones con las responsabilidades pertinentes.

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